Teresa de Jesús

"Los desgarros de la vida, los remendaba Teresa,

con la aguja de la fe y el dedal de la paciencia."

Eduardo Marquina

lunes, 2 de noviembre de 2009

La barriada del Cristo

La barriada del Cristo

Con mucho orgullo titulo este artículo de la manera que lo he hecho, ya que allí nací y en ningún momento me he sentido desprendida ni ajena a mi barrio. Trato de dar a los que quieran leerme información sobre sus orígenes y su desarrollo, me da mucho gusto hacerlo.

Comienzo por uno de los extremos de la calle del Cristo, el que está al lado del cementerio; para mí es el final de la calle, para otros quizás es el principio… En el año de 1795, no existía la iglesia y en su lugar había una ermita llamada del Santo Cristo del Buen Viaje, los alrededores estaban despoblados y había un pequeño cementerio anexo a la ermita. Pues bien, el 12 de septiembre de ese año, el presbítero Juan Nepomuceno Arango que era párroco de la Iglesia Parroquial Mayor (hoy la Catedral) bendijo la pila bautismal y el coadjutor Don Antonio Aguilar Porro bendijo el cementerio. Años después, cuando se prohibieron los enterramientos en las iglesias, este pequeño cementerio se convirtió en el cementerio general de Puerto Príncipe. A partir de esa fecha, se designó a la ermita como ayuda de la Parroquial Mayor y se fijaron sus límites.

Volvamos a la Plaza. En días de fiesta se llenaba de cantinas y tableros donde se vendían empanadillas de maíz y de harina, rosquitas de catibía, pan de gloria, dulce de yemas dobles, ponche de leche y también muchas frutas. En el centro de la plaza existía una glorieta, muy parecida a la que hoy vemos en el Casino Campestre, aunque de dimensiones más pequeña. Aún creo recordarla pintada de amarillo y adonde no me permitía mi madre subir por lo sucia y descuidada que se encontraba. Pasaron muchos años y aquella plaza se convirtió en un mercado público a donde acudían nuestros guajiros a vender los productos de su tierra y sus animales de cría, dejando por consecuencia una gran suciedad. Con ayuda del Ayuntamiento este mercado se prohibió y un comité formado al respecto logró que se demoliera la glorieta y se reparara el parque.

Después de la restauración y a petición de algunos concejales, como homenaje a uno de sus miembros ya fallecido, oficialmente se le dió el nombre del padre Pablo Gonfaus y Palomares quien fue por muchos años párroco de la Iglesia del Cristo. Sacerdote muy popular y muy querido por su feligresía, que nunca pudo olvidarlo. No recuerdo el año con exactitud, pero creo que fue en 1947 cuando se erigió un pequeño monumento a su memoria en el extremo más cercano a la iglesia y que cuenta con un busto en el que está muy bien representado.

En la calle del Cristo y precisamente en la primera cuadra que nace frente a la Catedral, nacieron dos insignes camagüeyanos: Carlos J. Finlay, médico e investigador, quien demostró experimentalmente que la transmisión del microbio de la fiebre amarilla se producía a través de la picadura del mosquito “aedes aegypti”. Y la poetisa Aurelia Castillo de González. Sin olvidar a la gran patriota Rosa Castellanos, más conocida por Rosa la Bayamesa, que aunque no nació en esta calle sí pertenecía a este barrio ya que hasta su muerte vivió en la calle de San Isidro que ahora lleva su nombre.

Podría hablar más de mi barrio, pero se haría demasiado largo y no terminarían de leerlo, sólo quiero recalcar que la calle del Cristo es prácticamente una línea recta que naciendo frente a la puerta de la Iglesia Catedral va hasta la misma puerta de la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Voy a concluir con un comentario de nuestro poeta nacional Nicolás Guillén, a quien también consideramos miembro del barrio: “Llegaba yo a la plaza del Cristo y allí me juntaba con jóvenes de mi época para escuchar la retreta de los domingos y cuando no la había para conversar con amigos viejos, negros todos de generoso corazón y despierta inteligencia.”

1 comentario:

  1. Bertha, muy interesante y lograda esta descripción de la barriada del Cristo, llena de detalles evocadores, algunos olvidados, otros desconocidos para mí. ¡La calle del Cristo, que obligadamente tuvimos que recorrer todos los camagüeyanos para visitar a nuestros muertos!
    Lola

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