Teresa de Jesús

"Los desgarros de la vida, los remendaba Teresa,

con la aguja de la fe y el dedal de la paciencia."

Eduardo Marquina

viernes, 26 de marzo de 2010

No volveré a pasar

El autor de esta poesía es un sacerdote salesiano que ha publicado numerosas composiciones, todas de un gran sentido filosófico y que invitan a reflexionar.

Por la senda de la vida
sólo se pasa una vez.
¿Puedes curar una herida?
¿Puedes decir una prez?

¿Puedes -limosna florida-
dar a un alma dolorida
un amor, cual se convida
a una copa de Jerez?

Hazlo al punto y luego olvida
sin que nadie te lo pida;
no esperes a la vejez;
que la senda de la vida
sólo se cubre una vez.

José L. Carreño, S.D.B.

domingo, 7 de marzo de 2010

Al caer de la nieve

Poesía por Alfredo Zayas, ex-presidente de la República de Cuba (1921-1925)

AL CAER LA NIEVE

Alfredo Zayas

Cuando la nieve en copos descendía
Tendiendo en la pradera su albo manto
Sentí que el corazón se me oprimía
Y que brotaba en mi pupila el llanto.

Hijo de tierra que en verdor eterno
Con torrentes de luz el sol inunda,
El pálido fantasma del invierno,
Vierte en mi seno prostración profunda

Yo no puedo vivir en donde el hielo
aprisiona al arroyo en sus cristales
y el plúmbeo tinte del nublado cielo
no traspasan los rayos siderales

Yo no puedo vivir, ni encuentra el alma
Encanto alguno a la natura Hermosa
Sin sentir el murmullo de la palma
Y el ardiente plañir de la tojosa.

Sin contemplar nadando en la cañada
Cual gondolas ligeras los huyuyos
Y en la noche la ceiba salpicada
De estrellas fulgurantes de cocuyos.

¿Cuándo a ver tornaré, de gozo lleno,
El arco verde que en la azul llanura
Del Anahuac en el profundo seno
Traza de Cuba la gentil figura?

¡ Virgen dormida en lecho de zafiros
En su tunica envuelta de esmeraldas;
Do la arrullan las brisas con suspiros
Y juegan las espumas en sus faldas!

Triste presentimiento que me asalta
Y en nostálgico mar me precipita…
Toda ilusion al corazón le falta,
Y convulsivo horror mi ser agita.

Se me antoja pensar que en invernales
Noches, la nieve con helados besos
Empapará mis lienzos funerales
Y en su sepulcro gemirán mis huesos.

Tierra cubana con amantes brazos
Guarda el polvo mortal de mis mayores
Dormidos de la madre en el regazo
Bajo el fresco follaje de sus flores.

Cielo cubano contemplé en mi cuna
el mismo que mis hijos contemplaron
y amar la patria sobre cosa alguna
los paternales labios me enseñaron.

¡Cómo no he de anhelar en la Honda entraña
Del suelo amado reposar un día
Sin que cave mi fosa mano extraña
Ni cubra mi sepulcro nieve fría!

Quiero morir oyendo del solibio
El alegre piar en la yagruma,
Y besando mi frente el rayo tibio
Del sol que rasga matutina bruma.

En la margen florida de Almendares
Que nunca agosta el aterido invierno,
Al inefable son de los palmares:
Allí anhelo dormir mi sueño eterno.

Allí dormir, dormir, hasta el instante
En que brille en el cielo el primer lampo
Del sol de libertad que rutilante,
Seque la sangre que matiza el campo.

Puedan entonces en el mármol yerto
Golpear mis hijos con tremantes manos
Y clamar cual si oyera el padre muerto:
¡Ya es libre Cuba y libres tus hermanos!

No podrá ser que el padre les responda,
Pero acaso, de gozo enardecidos,
En las tinieblas de la cripta Honda,
Se agitarán mis huesos carcomidos.

El pálido fantasma del invierno,
Tiende implacable su nevado manto…
Yo evoco a Cuba, ante ella me prosterno,
y dejo corra silencioso el llanto.

Alfredo Zayas